sábado, 2 de mayo de 2009

La bisnieta de Andrés Ferreyra estuvo en Necochea


“Aunque parezca increíble, solo con aire podemos experimentar los beneficios de encontrar paz interior, buena salud y una mente libre de estrés”, dijo Celina Ferreyra, instructora del curso, Fase 1, que se está realizando en nuestra ciudad.

El curso de respiración que impulsa la Fundación Internacional El Arte de Vivir, se está desarrollando con muy buen éxito en las instalaciones del Jardín de Infantes Nº 914, de la villa balnearia.

Para la encargada de convocar a la gente, la profesora de yoga Marisa Liarte, no es novedad el crecimiento de esta disciplina porque puede observar el mayor interés que ha despertado en nuestra comunidad. La publicidad del “boca a boca” ha sido, sin dudas, muy efectiva.

“Es increíble como ha crecido en Argentina”, expresó la instructora, una mujer que destila tranquilidad por dónde se la mire.

Celina Ferreyra, además de ser instructora de El Arte de Vivir, es bisnieta de Andrés Ferreyra, aquel prócer de nuestra ciudad, cuyo nombre lleva la Biblioteca Pública que tiene sus instalaciones en el Centro Cultura Necochea.

“Escuché mucho hablar de esta ciudad a mi padre”, lugar en el que permaneció recluido por persecución política a su abuelo. “Se que mi padre estudió algunos años en Necochea”, recordó la entrevistada.

Poseedora de una gran paz interior, Celina, esta mujer de ojos color del cielo, madre de tres hijos, es profesora de filosofía, le encanta la pintura, es traductora y, además, tiene tiempo para fabricar barquitos adentro de botellas.

“Con estos cursos, los participantes adquieren una herramienta muy importante para mejorar la calidad de vida, su salud mental y física, a través de técnicas sencillas y breves”. En este sentido vale recordar que los pulmones son un filtro por el que se pueden eliminar un 80 por ciento de toxinas, empero, en general sólo se utiliza el 30 por ciento de la capacidad pulmonar.

“Los motivos del cambio son simples, en un cuerpo más oxigenado, los virus encuentran mayor dificultad en proliferar y con una mente saludable el sistema inmunológico se eleva”, reflexionó.

El cambio de Celina

Seguramente nunca estuvo en los planes de Celina Ferreyra ser instructora de la más grande fundación internacional donde prima el voluntariado. Sin querer (¿?) se encontró involucrada en este movimiento que tiene por finalidad una mejor manera de vivir.

Uno de sus hijos, Santiago, es publicista. “A determinada edad comenzó a hacerse algunos planteos sobre la vida, a los que no encontraba respuesta. Uno de ellos tuvo que ver con su profesión porque decía, por ejemplo, cómo puedo hacer una publicidad de una marca determinada de cigarrillos si se que el tabaco hace mal a la salud”.

Más adelante recordó que “un buen día apareció Santiago con la posibilidad de hacer un curso en El Arte de Vivir. Había leído algo y le había parecido interesante. Más adelante participó de otro curso, Fase II… la verdad que lo comencé a ver muy bien, feliz, pero a mí no me gustaba nada”

Ante la posibilidad de que su hijo haya sido capturado por alguna secta, o movimiento de fanáticos, comenzó a investigar para saber “en qué manos estaba Santiago”.

Para entonces, Santiago –actualmente instructor- viajó a India, y se lo observaba cada vez mas feliz.

En oportunidad de la primera visita de Sri Sri Ravi Shankar (creador de la fundación El Arte de Vivir), fui verlo. “Había una multitud. Ravi Shankar respondía a preguntas. Creí que no iba a poder preguntarle nada, pero me dio la oportunidad” precisamente cuando se dispuso a responder la última consulta. “¿Cuándo me van a devolver a mi hijo? ¿Cuándo volverá a ser normal?” fue mi interrogante. La gente estalló en risas y Shankar me respondió que los instructores deben volver a hacer su actividad cotidiana, en su ámbito”.

Recuperada su tranquilidad, para entonces Celina, sin saberlo, ya estaba protagonizando un cambio en su vida. Realizó cursos, participó de congresos, y hoy es una de las tantas instructoras de El Arte de Vivir.

jueves, 5 de marzo de 2009

Detención de Martínez Loydi

Prefecto (r) Francisco Manuel Martínez Loydi


Poco antes del mediodía del 5 de marzo de 2009, el prefecto (r) Francisco Manuel Martínez Loydi arribó a Bahía Blanca, fuertemente escoltado por una comisión de la brigada de detención de la Policía Federal de Necochea. Casi sin decir una sola palabra durante el viaje, el ex titular de Prefectura Quequén, se mostró preocupado porque los cargos que afronta son graves: el “raleo” y posterior asesinato de dos obreros gráficos del diario bahiense “La Nueva Provincia”. Pero sabe que, en realidad, la causa por la que fue detenido es mucho más abarcativa, en la que hay pedido de detenciones de un número importante de personas por desapariciones, apropiaciones de bebés, y tantas otras barbaries que se cometieron durante la época del proceso.

La orden de detención surgió del Juzgado Federal Nº 1 de Bahía Blanca, que envió un exhorto al Juzgado Federal Nº 1 de Necochea. Desde este lugar se ordenó a la brigada de detención de la Policía Federal local la ubicación y detención de Martínez Loydi.

Los efectivos policiales recurrieron al domicilio del prefecto retirado, donde fueron atendidos por él en persona. En ese preciso instante supo que deberá afrontar situaciones difíciles porque escuchó, de boca del policía a cargo de la comisión, que era detenido en el marco de una causa que se investiga por el asesinato en 1976 de dos obreros gráficos del diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca. El imputado se desempeñó en esa época como jefe de información en Prefectura.

La detención de Martínez Loydi se produjo en la tarde del 3 de marzo. De allí fue trasladado a la sede de la Policía Federal local hasta el jueves, cuando desde Bahía Blanca confirmaron que había lugar para alojarlo en la Unidad Penitenciaria Cuarta hasta tanto lo llame el juez que entiende en la causa.

Fuentes confiables indicaron que la investigación en la que aparece involucrado el prefecto retirado va mucho más allá del asesinato de dos obreros gráficos. Si bien aparecen varios involucrados, los delitos plasmados en la misma causa tienen que ver con otras desapariciones, asesinatos y expropiación de niños.

En realidad la preocupación de Martínez Loydi comenzó hace casi un año, cuando el diario Página 12 publicó, en septiembre, un informe de inteligencia de Prefectura Naval que sindicó a la fuerza en 1976 como ideóloga del “personal a ser raleado” del diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca a dos obreros gráficos que tres meses después fueron asesinados.

Según ese informe, estos trabajadores, identificados como Enrique Heinrich y Miguel Angel Loyola, encabezaron un listado de personal “para ser raleado de un medio de difusión fundamental para la masacre que se avecinaba”. Estos obreros fueron secuestrados, torturados y acribillados a balazos porque, agregó el informe “como miembros del Sindicato de Artes Gráficas, ambos habían organizado a los trabajadores de la empresa, que no dudó en equipararlo con la infiltración más radicalizada del movimiento obrero”.

Página 12 recordó que el informe “estrictamente secreto y confidencial”, fechado dos días antes del golpe de Estado, fue elaborado por la sección informaciones de la Prefectura Naval, fuerza subordinada a la Armada, y certifica la importancia que los servicios asignaban al monopolio de medios bahienses. A fines de 1976 el jefe de Prefectura, prefecto mayor Félix Ovidio Cornelli, se despidió en persona de la directora del diario, Diana Julia de Massot y reafirmó su decisión de “aniquilar a las huestes de la delincuencia ideológica”.

Martínez Loydi vive en Necochea desde hace varios años, es ex combatiente de Malvinas; ex dirigente del Consorcio de Gestión de Puerto Quequén y regente de la Escuela de Formación y Capacitación para el personal de la Marina Mercante de Prefectura Quequén. Además logró insertarse a la comunidad a través de su activa participación en distintas entidades intermedias y de servicios de la ciudad.

miércoles, 14 de enero de 2009

A 22 AÑOS DE LA DESAPARICION DE ADRIANA CELIHUETA Cuando el cargo de conciencia comienza a pesar y no deja dormir


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Por Oscar Gollnitz

Periodista

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Que hayan pasado 22 años desde la desaparición de Adriana Celihueta no significa –como se pretende- que el caso haya quedado en el olvido. Tal vez quienes no lo recuerden sean los investigadores o la propia Justicia. Los familiares, por ejemplo, llevan el caso como una cruz. También los últimos que vieron el cuerpo de Adriana, los que todavía no se animan a hablar pese a que saben que el 15 de enero de 1987 comenzó el insomnio que todavía padecen.

Adriana Celihueta, médico veterinaria recién recibida, tenía 29 años cuando desapareció en Necochea. La temporada estival estaba a pleno al momento de ocurrir ese episodio que se convirtió en emblemático en la región.

La joven profesional hacía sus prácticas en la veterinaria La Chacra, ubicada en Quequén. El dueño del negocio es quien entonces se desempeñaba como delegado de la localidad, Reinaldo Costa, durante el primer mandato del intendente justicialista Domingo José Taraborelli.

Si bien la noticia en principio fue minimizada por la Policía local, no tardó en difundirse por el hecho del sitio en el que trabajaba Adriana. En el peronismo de entonces se temió, incluso, que el caso pudiera acarrear consecuencias en las elecciones que estaban próximas, y que aspiraba a ganar luego de la buena gestión que había realizado Taraborelli en los casi cuatro años que llevaba gobernando.

En algún punto, quienes siguieron la investigación de cerca, no dudan en que el caso se “politizó”, partiendo de esta base. Como si fuera poco, a lo largo de la causa aparecen involucrados nombres reconocidos en la faz política lugareña, como también gente de importante cargo en el ámbito judicial del Distrito Necochea.

Entre los que han perdido el sueño, ya sea por remordimiento o por entender que están frente a “una deuda pendiente”, aparecieron en las últimas horas como testimonios extraoficiales, pero con contenidos oficiales. Es decir, recordaron momentos de la investigación que luego fueron a parar a la voluminosa causa que hoy ostenta 16 cuerpos. Sin embargo sobre esto nunca se dijo nada.

Reunión en una quinta

Por una cuestión de no entorpecer –si es que van a seguir investigando- en el siguiente relato no habrá nombres.

Lo concreto es que en determinado momento existió una reunión en una quinta a orillas del Río Quequén, cercana al entonces destacamento de Camineros y el puente que se llamaba Pedro Eugenio Aramburu, hoy Domingo José Taraborelli.

Se había preparado un asado para varias personas, entre la que se aguardaba la concurrencia de una en especial, sospechada de tener mucho que ver con la desaparición de Adriana. Lo que no sabía el sospechoso era que la “fiesta” había sido preparada exclusivamente para él. Si bien fue acompañado por un cantor y guitarrista amigo, los anfitriones se encargaron de regresar a éste último a Necochea. El resto eran todos investigadores.

Allí, este hombre tuvo la oportunidad de entender que estaba muy comprometido en la causa y que su vida, en realidad, valía (y vale) poco o nada. “Muchachos, ahora qué le digo a mi familia… con qué cara la miro?”, aseguran que preguntó el sujeto a los investigadores poco antes de irse.

Vale señalar que este hombre no fue investigado por casualidad, sino que apareció en escena merced a su propio primo, dueño de un rodado que le prestó en más de una oportunidad y que el sospechoso negó haber conducido. Los dichos de su pariente fueron precisos. “Es habitual verlo en mi camioneta” y parece que el día de la desaparición de Adriana, también.

¿Dónde está el cadáver?

Leyendo la causa se infiere que desentrañar este caso es una cuestión de voluntad. A tal punto que uno de los jueces llegó a decir que “me traen los huesos de Adriana e inmediatamente detengo a quien haya que detener”. Empero, el juez de transición, doctor Alberto Peralta prefirió pasar la causa a archivo. No obstante no es un caso cerrado y en cualquier momento puede ser novedad. Es cuestión de esperanzas.

¿A que se refirió el juez con “me traen los huesos de Adriana e inmediatamente detengo a quien haya que detener”?

Tal vez tenga que ver con otro par de testimonios que, vaya a saber por qué, nunca tuvieron trascendencia.

Uno de ellos involucró a un ser voluminoso si los hay, conocido en Necochea por sus andanzas en temas de estafas y drogas, estuvo inoportuno al asegurar que conocía pormenores del caso Celihueta. El comentario llegó a oído de los investigadores y, expresa en sus testimonios, la pasó mal hasta que estuvo frente al juez. “Tenía mucho miedo”, confió al policía que lo devolvió a Necochea después de estar varias horas en Mar del Plata. En su declaración identificó a la persona que asegura haber tenido en sus manos el cadáver de Adriana.

Los policías también dieron con el nuevo personaje. Se tratò de un hombre con discapacidades mentales disminuidas, muy querible, al que, por su inocencia, el relato fue muy creíble para la Justicia. Lo encontraron frente al comité de la Unión Cívica Radical, casi su segunda casa, y lo llevaron a declarar.

En su testimonio dijo que desenterró a Adriana en el Parque Miguel Lillo y la volvió a enterrar en la zona de Bahía de los Vientos. Aseguró que el sector elegido estaba entre el barco “Pesquera” encallado junto al acantilado (hoy inexistente); la casa de los enanos (en referencia a la entrada a un predio que está decorado con enanos de jardín, construidos en cemento) y el Faro de Quequén (que no se ve, pero sí los haces de luz que surgen de detrás de los médanos).

También aseguró que el cadáver fue envuelto en una tela parecida a mantel, y cargada en una camioneta blanca. Dijo, además, que uno de sus acompañantes se descompuso y describió, precisamente, a la misma persona que estuvo de “fiesta” en la quinta de Quequén.

Parte de este movimiento, sobre todo la presencia de la camioneta blanca en la zona del Casino fue declarado también por el taxista Esneldo García que algunas horas más tarde fue asesinado de un tiro en un descampado de Quequén. Un aparente intento de robo seguido de muerte fue la línea investigativa que se siguió.

Estos datos aparecen en las primeras tres o cuatro piezas de la voluminosa causa. Lo que no se entiende es por qué nunca trascendieron y fueron minimizadas. Por suerte con el correr del tiempo están apareciendo “arrepentidos” que, es de esperar, se animen a hablar frente a la Justicia. En definitiva, es una cuestión de que la conciencia les permita dormir un poco mejor el resto de sus vidas.-